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Los bulos y las fakes

“Cuando un solo perro ladra a una sombra, diez mil perros hacen de ella una realidad” (Ciorán).

En: Polvo y sombra / Antonio Manzini

Me pareció una frase brutal y estupenda. En realidad creo que es un proverbio chino al que Ciorán añadió el siguiente comentario:
A colocar en epígrafe de cualquier comentario sobre las ideologías.
A mí se me ocurre traerla a colación de estos tiempos que vivimos con tantas noticias falsas, que cobran vida con tanto retuit o reenvío de guasap que se mandan sin parar un minuto a contrastar. Algunos se reenvían inocentemente, otros con toda la mala intención de intentar arrimar el ascua a tu sardina, pero todos son dañinos como lo es cualquier información que falta a la verdad.

En mi caso llego a dudar de cualquier cosa, por supuesto de todo lo que viene por las redes sociales, pero en tiempos difíciles se acentúa la lucha por ganar acólitos, amistades, afines, partidarios, etc. en fuentes de información que deberían solo perseguir la verdad o por lo menos contar los hechos con objetividad, y entonces también dudo de los periódicos y de los medios de comunicación porque siempre tienen detrás algún grupo empresarial o alguna ideología. Por dudar ya dudo hasta de las fuentes oficiales.

Yo vivo en un chalé y de las primeras cosas que vi era como al ladrar el perro del vecino todos los demás se ponían también a lo mismo. Me hacia una puta gracia tremenda porque el ladrido me parece un ruido muy molesto y porque me hacía pensar en lo tontos que son los animales. Vemos ahora que tontos somos también los humanos que ladramos lo que otros consciente o inconscientemente nos envían.

Soy bibliotecario y una parte de mi trabajo es ofrecer información a todo el mundo sin discriminación de ninguna clase, pero dentro de esta tarea, la de ofrecer la información veraz y citando la fuente es algo primordial y ético.

A la generación de la posguerra

“A toda esa generación de mayores que, como Antonia, no conoció el bienestar ni la felicidad. A todos aquellos héroes y heroínas analfabetos que se dejaron la piel para que sus hijos no sufrieran su misma historia. A los que lo dieron todo por nosotros”.

En: Antonia / Nieves Concostrina      

Supongo que la madre de Nieves Conconstrina sea de la edad de mi madre que nació en el año 31 del siglo pasado, por lo que su niñez coincidió con la Guerra Civil y su adolescencia con los años duros, hambrientos y tristes de la posguerra.

Hoy me acuerdo especialmente de ella, llevo sin verla ni visitarla mas de un mes por culpa del confinamiento y se está portando fenomenal, sin quejarse, atenta a todo lo que les pasa a sus hijos y con buen humor. Me acaba de llamar para felicitarme porque hoy es el aniversario de mi boda. Vamos, que podría decir que está mejor que hace unos meses.

La verdad es que hace una vida parecida a la que hacía antes. Ya en los últimos años sale poco de casa porque tiene miedo a caerse y cada vez le cuesta más mover ese cuerpo artrítico y castigado. Así que esta época que estamos viviendo la transita un poco como la anterior, en casi la misma soledad, pues ni del teléfono puede abusar por lo sorda que está.

Mi madre creo que es un poco producto de aquellos años difíciles que le tocó vivir. Se puso a trabajar desde pequeña, de dependienta, todos los días subía y bajaba un par de veces atravesando el río desde la casa de Cabañales hasta el comercio, y las cuatro letras y números que estudió los aprovechó bien, sobre todo los números pues se pasó la vida sumando. Y es que estuvo en un comercio toda su vida, pues se terminó casando con un comerciante.

Yo no recuerdo oírla hablar mal de aquellos años, como no puede ser de otro modo, era una niña, era su vida y no conocía otra, así que supongo que la disfrutaría como todos los críos y tendría sus amigos, sus juegos y el cariño de sus padres. Pero si es verdad que en algo la debieron marcar y pienso que su austeridad, el afán por el trabajo y el descuido con que se atiende a sí misma, sin lujos de ningún tipo son producto de esos años. Recuerdo por lo que me sorprendió, la primera vez que encendieron la calefacción central en el piso en el que hoy sigue viviendo, hace ya de esto 45 años. Veníamos de la tienda, era una tarde noche otoñal y se llevó una alegría inmensa al entrar en casa y notar el calor que por toda la casa trasmitían los radiadores. Yo me sorprendí, aquello no me parecía para tanto, pero ahora veo que para una persona que durante tantos años vivió en un piso donde solo calentaría un brasero de cisco y una cocina de carbón, aquello era la gloria.

Para una hija

untitled«A la memoria de quien más me ha querido en este mundo, Marta Sánchez Martín, que tantas veces metió baza en estas páginas con su palabra aguda y redicha como una campanita de convento, que, a despecho del mundo todavía me sonaba al amanecer».

En : La homilía del ratón / Rafael Sánchez Ferlosio

Me imagino a la niña o a la adolescente asomando la cabeza por encima de los hombros de su padre, que está sentado a la mesa escribiendo, y diciéndole papá tendrías que poner ésto y no lo otro y pero papá, eso no lo pongas.

Marta era hija de Rafael y de Carmen Martín Gaite y desgraciadamente murió, supongo que dejando tantísimos recuerdos en el autor que ya desde el amanecer del día su padre la sentía.

La enésima para las madres

Como el amor de una madre no hay nada

Como el amor de una madre no hay nada

“En memoria de mi madre, María del Amor Pérez Benito, modelo de mujer que no se permitió en su vida ni el más mínimo fallo en el amor hacia sus hijos”.

En: Documentación medieval abulense en el Registro General del Sello. Vol. 18 / Juan Jacinto García Pérez

Muy rotunda la dedicatoria desde luego, pero acertada porque los fallos los tenemos más en la educación y menos en el amor que les profesamos. Qué fallos se pueden tener en el amor a un hijo? Siempre se les quiere bien, quizás eso, que los queremos en exceso y que por el excelso amor nos excedemos en lo que hacemos por ellos, les resolvemos más problemas de los necesarios, no les ponemos todos los límites que debiéramos y estamos pendientes de lo que hacen y de lo que dejan de hacer hasta el agobio. Que si te has lavado los dientes, qué termines de ducharte, que apagues las luces, que te pongas a estudiar, que recojas la habitación, que hay que comer fruta… Donde acaba el amor y empieza la educación? O son facetas que siendo tan distintas con los hijos no se pueden separar?  En fín como consuelo, muchos de nuestros fallos no los verán hasta que sean padres, como yo no me he dado cuenta hasta ayer mismo de los fallos que tuvieron mis padres conmigo, perdonables, por supuesto, porque en esta materia nadie tiene la garantía de un cum laude. Y por el camino quizás hasta escriban un libro que me dediquen cual padre maravilloso.

 

Por extensión, para Clara y Miriam, que son psiquiatras

Los renglones torcidos de Dios[1]

«Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que siempre experimenté por la clase médica. De aquí que dedique estas páginas a los médicos, a los enfermeros y enfermeras, a los vigilantes, cuidadores y demás profesionales que emplean sus vidas en el noble y esforzado servicio de los más desventurados errores de la Natureleza».

En: Los renglones torcidos de Dios / Torcuato Luca de Tena

A mí me ha pasado lo mismo que al autor. Desde que tengo cercano el mundo de la psiquiatría no puedo sino asombrarme de la ardua tarea que es. Supongo que eso pasa con todas las profesiones y que sólo el desconocimiento hace que no las valoremos, pero desde luego la psiquiatría tiene su aquel y creo que a valorarla no ayuda la cita que acompaña a la dedicatoria, y que es la siguiente:

«La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las verguenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca». (Enrique Heine o el internacionalmente conocido Heinrich Heine)

Pienso que el pensamiento de Heine mitifica el mundo de la locura, que sin embargo es más sórdido y complicado que el de comparar a un loco con un espiritu libre. Clara y Miriam, que trabajan con estas personas todos los días saben de lo que hablo. Y no es inteligente ni desde luego voluntario ser un histérico, caer en una depresión o andar por ahí oyendo voces.

Por cierto, a mitad del libro un loco le dedica a la loca protagonista un dibujo con las siguientes palabras: «A Alicia Almenara, la más fascinante de las locas y la más bonita de las mujeres, a la que deseo todos los bienes del mundo menos uno: la salud. Porque si ella sanara, me privaría de la alegría y el gozo de su presencia».

Para un padre

 

«No quiero escribir una dedicatoria al uso porque esta no sería suficiente para minorar la deuda que contraje con el hombre con quien compartí los últimos 30 años de su vida, los que le dieron un sentido a la mía y la respuesta al desconcierto de haber nacido».

En: Melquiades Álvarez, mi padre: en el canto de la moneda / Sarah Álvarez de Miranda

Melquiades Álvarez fue un político español del primer tercio del siglo XX. Fundador del partido Reformista, jurista, amigo de Clarín, gran orador (le llamaban el Tribuno y Pico de Oro), llegó a ser presidente del Congreso de los Diputados. Republicano y conservador fue asesinado al principio de la Guerra Civil.

Los padres hacen de todo por sus hijos. Lo de dar respuesta al desconcierto de haber nacido es la primera vez que lo oigo, por lo menos con esas palabras. Si es verdad que ellos nos guían cuando jovenes y atolondrados. Y también es cierto que responden a todas las preguntas que les hacemos sobre esta vida y este mundo. Pero yo nunca me he sentido desconcertado por haber nacido. Me tocó y doy gracias, nunca me he planteado metafísicamente ese hecho tan caprichoso.

 

A los músicos

El autor ejerciendo

El autor ejerciendo

 

“A la salud de los músicos

Que se creen unos señores

Y son los divierte-monos

De todas las funciones»

(Brindis tradicional)

En: La gaita y el tamboril / Alberto Jambrina Leal y José Ramón Cid Cebrián

José Ramón Cid es de Cuidad Rodrigo, pero Alberto es zamorano, paisano, y alguna vez ya lo he escuchado yo en alguna romería y en la fiesta de algún pueblo (a lo mejor en el magosto de Robleda, el pueblo de Geli), por lo que a mí como mono ya me ha divertido alguna vez. Y es que la música entretiene y ameniza, y más la música tradicional si va acompañada de una sangría, de una paella o unas modestas perronillas.

Y  lo de que los músicos se crean señores me parece bien. Disponen de la habilidad para crear dulces sonidos de aparatos difíciles y sofisticados (no me refiero a la pandereta o las castañuelas para las que también hay que saber), cosa que el común de los mortales no sabemos hacer. Sí señor, los músicos son unos señores.

 

Para los hijos y nietos que gustan de pasear por el monte

Los que fuimos a Lacillo y también Clara que hacía la foto

Los que fuimos a Lacillo y también Clara que hacía la foto

“A mis hijos…, y a mis nietos,… , que ya iban a la Sierra antes de haber nacido”

En: La sierra de Huelva : itinerarios / Aurelio de Vega Zamora

Eso me gustaría poder decir a mí, que llegue el día en que a mis hijos les gusten tanto los paseos por la montaña que lleven a sus hijos cuando aún estén en las barriguitas de sus madres. Eso querrá decir que supe (ejem), trasmitirles el amor a la naturaleza y les gusta disfrutar de ella, y que no les importa hacer un poco de ejercicio, aunque conlleve esfuerzo, por admirar los ríos, los prados, los montes y los espacios libres, abiertos y hermosos de la naturaleza.

Por ahora me conformo con que me acompañen en los paseos por los alrededores del lago de Sanabria con alguna pequeña protesta y alguna recurrente pregunta: «Cuando llegamos?… Cuanto queda?». Este verano fuimos desde la laguna de Sotillo hasta el lago en Ribadelago y otro día subimos hasta la laguna de Lacillo, donde el 14 de agosto todavía se veían neveros.

En el verano del 45

EMO-075[1]

«Dedicado al pintor Ernst Morgenthaler en reconocimiento de las hermosas horas pasadas en el verano del 45».

En: Rastro de un sueño / Herman Hesse

¿Podía ser hermoso para alguien el verano del 45 en Europa? Lo podría ser para dos alemanes? Desde luego esas hermosas horas no podrían serlo en un país totalmente destruido como la Alemania de ese año. Hesse debía de llevar ya años viviendo en Montagnola, en la bucólica y alpina Suiza, exiliado y deseando la derrota de los nazis.

Hesse y Morgenthaler eran amigos. En 1926 y 1927 (con motivo del 50 cumpleaños de Hesse) el pintor litografió retratos del poeta. Hesse se lo agradeció:  «Con los retratos que tú, oh noble bienhechor, me has enviado, espero poder hacer feliz, según el momento y la ocasión, a varios corazones femeninos, y también mi hijo recibirá uno«.

Otras veces Hesse escribe en la introducción de una monografía sobre el pintor o la hoja conmemorativa’ Maler und Schriftsteller  («Pintores y escritores») para el catálogo de su exposición en Berna. En 1945, seguramente en aquel verano, Morgenthaler le hace varios autorretratos en Montagnola.

Una irónica

«Para todos aquellos miembros de las Fuerzas de Policía Sudafricanas que consagran su vida a preservar la Civilización Occidental en Sudáfrica».

En: Reunión tumultuosa / Tom Sharpe

Al principio me quedé un tanto mosqueado. No sabía si Sharpe habría sido un blanco favorable al apartheid. Luego me quedé más tranquilo cuando supe que Sharpe estuvo preso y hasta fue deportado por el régimen sudafricano. Por último pensé que conociendo un poco sus novelas era normal que dedicase de esa manera.